A. Martinez

Día 805

Amanece con lluvia,
mis ojos con hambre
quieren desayunarse tus retratos.

Mi piel te tiene presente,
le digo que ahora mismo,
es imposible tocar la dicha
que se esconde
dentro de tus besos,
u oler tu rostro,
mientras los labios,
se ejercitan en la humedad
de otro encuentro.

Las manos quieren seguir las ideas,
que relampaguean por doquier
en una cascada de luces
interminable;
pero es imposible
seguir la velocidad del corazón, menos aún,
de un corazón que extraña,
que no sabe leerle
las manos al reloj,
o contar los pasos
que determinan la distancia.

Y quedo recordando los milímetros
que circunvalan tu cuello,
sintiendo aquella alegría de besarlo,
de tenerlo cerca de mi boca,
mientas las manos inquietas,
descubrían la textura
sedosa y extremecida
de tu cuerpo felizmente frágil,
extendido sobre los puntos cardinales,
de mi felicidad.