Hay un espacio tendido bajo el tiempo,
duro y sin cielo, sin sol ni color;
una estrella sin rostro ni memoria,
con su melena al viento del adiós.
Hay un apu que piensa en su montaña,
olvidado, sin fuego ni canción,
prisionero de un eco que resbala,
roca negra que llora en soledad.
Hay un campo arrasado por el viento,
con semillas grises y sin dirección;
un sendero frío, de huellas borradas,
un beso quebrado, sin flor ni estación.
Hay un cuento que tiembla en la guitarra,
mil acordes sin forma ni voz,
un silencio que cruje entre las cuerdas,
un gemido que se abraza al bordón.