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Bifurcación después de la muerte

Esa bifurcación después de la muerte altero todas las partículas de mi cuerpo,
una muerte propia a través del infinito reflejo del mundo del espejo,
cuchilladas en el vientre por mi locura pensando que era mi rival,
sangre maldita regada por la habitación entre los polvos del extinto amor.

En esa partición de caminos se formaron dos ríos que no iban a ningún lado divino,
caminaban con mi agonía hacia un mar de dolores y llantos,
donde las personas que quiero gritarían lo que no soy y lo que no me quieren,
la hipocresía del féretro entre la música fúnebre que tanto adoro,
entre las lágrimas de personas que ya no son humanas, sólo autómatas;  
a ese mar se dirigían los ríos de la bifurcación después de la muerte, mi muerte.

Fui combatiente en el universo de mis emociones,
los colores de rivalidad eran fuertes, capaces de matar,
nunca pensé que terminaría tirado en la habitación donde cree ese universo,
muerto por un espejo, agua que calmaba mi ánima, besos del temple en mi frente,
nunca imagine morir por mi propia tajada, justo tres en el vientre dieron paso a la sangre,
sangre que mancho el suelo donde habitan las arañas, cucarachas que gritaban ¡No lo hagas!
que tonto no escuchar a los insectos que fueron los compañeros de cuarto tanto tiempo.
Terminar muerto y encontrar una bifurcación que no lleva a nada.