Osado tu coraje de animarte a mí,
aún sabiéndolo, tomaste mi mano.
Y fuiste para mí una primavera tras un invierno cruel…
Y un verano que trajo un otoño de hojas renovadas.
Sin compromisos, con la prohibición de enamorarse,
con el deseo que nos encendía la piel.
Vos tan vos, tan prohibido, y yo solo dejándome llevar.
Vos tan adulador, dueño de la palabra, pero con una abrumadora inseguridad.
Y sin admitirlo, nos celábamos, y como ciclotímicos,
por momentos nos evitábamos, nos hacíamos invisibles,
no nos tolerábamos, queríamos odiarnos….
Necesitábamos odiarnos….Y fuertemente se transformaba en un antojo sin control.
Hoy, nos tenemos mutuamente, raramente.
Sabes que si me miras, vas a volver a ceder.
No te atrevas a tocarme, porque no habrá vuelta atrás.
Y vos volves siempre a mi, aunque te resistas.
Y yo vuelvo siempre a vos, aunque me resista.
Y otra vez volver a empezar.