el poeta del abismo

La queja de agosto

Ahora soy yo el cobarde y no el poeta
pues en jornadas de perdernos nos vencimos
y tu guardaste la figura en el espejo
para cubrirla de la muerte y la huella.


De mis arpegios se calientan los jilgeros.
Son mis memorias un espíritu de antaño
y ya mi calma se ha endeduado hacia los sueños
como el que se cubre de una luz lejana.
¡Ah, malviví honores errantes en tu ausencia!


Porque te quiero yo te soltaré en agosto
como los muertos sueltan a sus horas
entre las hiervas y escondidos remedios.


Porque te quiero yo diré qué me estoy muriendo
y no me gusta morir así, diciendo qué me muero
buscando ciertas voces que dejaste
¿Encontraste mi fe nunca usada?


¡Oh rencor, esqueleto de la hora!
dejame esperar detras de los copales
dejame las parvadas que levantan la sombra
porque la vieja alegría no me supo a lo que eras
ni el cataclismo ardió de mi voz para llamarte