Ariel Figueroa Gomez

En el sendero

Era otoño ya entonces, a agua negra de venenos sabía mi dolor.

 

Volabas un apartado cielo lejos de la muchedumbre, arriba del palacio de cristal.

Cuando te agotabas, pisanas ese océano con tus pies de hojas de sal.

Eras entonces. Cuando te tenía, eras la oruga en éste capullo que al marcharte se ha de secar.

Un espacio guardaban mis labios para tu nombre, y que ya jamás dirán, porqué todavía hoy te has de marchar.

Hubo una historia que en la tierra mágica del crespón sereno ye habría d3 contar todos los días de mi vida;

Pero hoy que te sigues marchando, mis ventanas se cerraron, piensan solo enbtu huída.

Era otoño de melodias del viento, que sabía que te irías, para jamás volver.

Muchas cosas ya han pasado, el gato murió, me quede taciturno y aún no cambia el atardecer...

Y aunque el piso se ha ido desmoronando y los barcos de mi alma ya encallaron, aún me mantengo fuerte.

Aún te amó, como dejarte si eras mi vida, lo eras, lo que aquella triste noche se llevo la muerte.