Delalma

EL DUELO

 

Dos hidalgos caballeros de linaje ancestral,

poetas, cantores… ¡artistas!

enfrentados por la falacia de una cualquiera.

Frente a  frente se atraviesan el alma con miradas de acero.

El silencio adyacente presagia desgracia. 

 

Ella no ama a ninguno, pero es la culpable.

Desafiados, más por el intachable honor, que por amor;

en una mano llevan el coraje y la dignidad…

y en la otra la espada.

 

En ésta contienda, tal vez ambos mueran;

llegan vestidos de gala como para un funeral,

han llevado padrinos a presenciar la querella…

rituales románticos de tiempos aquellos.

 

Ella, con abulia insolente contempla a los hombres,

vestida de fiesta  presente en la escena

su palmario escote manifiesta quién es… y de dónde viene,

cualquiera sea el vencedor, con él, irá a celebrar.

 

Trae puestos sus mejores atuendos

blusa blanca de fina seda, toda de encajes bordada,

un faldón vaporoso con hilos de plata tramada, insuflada

por el almidonado blanco lino de sus enaguas.

 

Quema el ambiente, mas, el frío se siente…

las miradas hirientes, como rayos se cruzan…

¡Aparecen silbando las hojas de acero, surcando los aires…

en diestros lanzamientos serpentean buscando la carne!

 

El acero, a rojo vivo forjado, deslumbra con los rayos del sol

crujir de espadas y golpes de tazas...

van abriendo heridas, pero ninguna es fatal

ataque y defensa, exhaustos, no miran por donde van.

 

Enervados los hombres intentan un último golpe,

un último esfuerzo para dilucidar,

¡Se lanzan con furia, el uno con otro golpean sus pechos

la estocada implacable, penetra  la carne!…

 

Se estrellan las guardas y con violencia

a su destino llega el acero, desviado, ¡certero!…

atraviesan el pecho de la infame presente,

que esperaba impaciente por el vencedor.

 

A su vanidad, le faltaba colmarse de alhajas.

Quedan engastadas en las cazoletas, joyas

piedras preciosas decoradas de negro y oro,

una le atraviesa el alma y la otra el corazón.

 

Delalma

Sábado, 08 de mayo de 2010