Alberto Escobar

Casi

 

 

Ayer por la tarde casi disfruté de un día
redondo, casi alcancé el autobús que me
lleva al trabajo, mi jefe casi me dio los
buenos días cuando casi entré por la
puerta, cuando me senté delante del
ordenador casi se me cae encima la
montaña de papeles que dejé
pendientes.

No contento con eso, en mi primer descanso
para el tentempié de la mañana, casi me
pido una tostada de aceite, jamón y tomate 
triturado y un zumo de naranja- me quedé
solo en el zumo- que por cierto, también
quiero contar, a propósito de naranjas,
que en el bus de vuelta casi me encontré a 
mi media naranja, otra vez, espero volver 
a encontrarme con ella en otro momento,
más propicio, y espero además que no
me venga ya exprimida, como la última.

Cuando volví a casa, con ansias de no
ser nadie, me encuentro con una multa
de mi casi Ferrari, que no saco del 
garaje desde el viernes pasado...

Antes de acostarme, me puse frente a
la caja tonta para alelarme hasta entrar
en trance de sueño, como hacen todos
con los documentales de la TVE 2, pero
tuve el desliz de casi envenenarme con
la lata de conserva que elegí para cenar,
casi no le miré la fecha de caducidad.

Ahora, ya superado ese maldito día,
casi sigo viviendo, o malviviendo en
la copa de un frondoso árbol que lo
contemplo casi como un paraíso...