Maga11

Reflejo - Extendido versión

Reflejo - Me encontré recorriendo una sala de exhibición y conteniéndome en una estampa en particular, no obstante aun me pregunto si esa fue la intención del perspicaz ojo tras el lente; abajo una descripción parecía unir todos los elementos, terminar de cerrar el lazo Fotógrafo - Espectador.

No solo me detuve y contemple por minutos ese espejito de realidad, esa cuota de cordura, de portal hacía uno mismo; sino que me autorretrate, con una foto.

Parecía que esa historia que se conjugaba había sabido ser mi historia. Así sin más, cada palabra resonaba contundente, dando punzadas desde el corazón a la mente, discreta verdad pronunciada en el alma.

Raudamente, sin que pudiera detenerme demasiado en la holgura de mis pensamientos, otra chica entro a la sala; vio foto tras foto y se detuvo, se detuvo en la misma fotografía, saco su celular y se autorretrato.

Fue en ese momento, en esa estrecha ranura de segundos que entendí que lo que nos pasa a una, a veces nos pasa a todas.

La fotografía tenía por pie de foto el siguiente titulo \"Lo que nos falta decir \" y continuaba de esta forma \"esta imagen formo parte de una serie en la que me fotografié para representar el duelo que produce una separación de relación de pareja con alguien con quién no lograba tener una comunicación fluida y sincera”

No obstante y aun conmocionada, me vi en la carrera de salir al exterior del museo tan pronto me permitiera, necesitaba ventilar lo transcurrido.

En estos tres años, le había regalado ese hibrido entre adolescencia y juventud, a alguien de quien no conocía siquiera su segundo nombre. Nos habíamos permitido una especia de guerra de egos, de orgullos sin piedad y de pareciera prejuicios, que nos habían dado por tregua un

silencio taciturno y ahumado, del que nos sentíamos parte, del que pertenecíamos como lugar, espacio y tiempo, de un hondo tan grande y temprano que condenaba las vísperas de un amor que no nacía nunca, que no emanaba de ningún poro, de un futuro que no nos sonreía.

Pero aun así y contra todo pronóstico desfavorable, lo había querido, había confiado a las tranquilas manos que mecen el destino, que un día así como cualquier otro nos despertáramos queriendo dormir juntos.

Temía más que su lado oscuro lo devorara por completo sin dejarme salvarlo de la vida, quien sabe las asperezas que lo habían acarreado a la orilla, metamorfosis humana de la desconfianza, del dolor, la traición y la cobardía.

Una vez mas lo había intentado, había tratado de olvidar las incongruencias, los faltos de humor, las ausentes caricias, las murallas del orgullo y las cortinas de la indiferencia, pero aun si y con todo a cuestas, comprendí que no puede ser salvado quien no quiere, que un silencio vale más que mil señales en esta vida, que dos bocas que no pueden pronunciar más que besos están condenadas desde un principio, que donde hay miradas que no se ven, no hay alma que surja.

Respire bocanadas de aire noctambulo, con luces de ciudad y una palmada amiga, decidí seguir mi senda, mi camino de regreso a casa, analogía quizás metáfora de una historia sin dirección más que la de salida, caer en cuenta me había dado más posibilidades de las que creía difuntas, ahora estaba recordando sin dolor, sin pena, solo viendo el pasado pasar, sin lagrima ni culpa.

Quizás más madura que antes entendía que lo que ha de pasar es por algo y lo que no también, ahora el viento soplaba de frente y las luces parecían atenuarse mientras el oscuro cielo sobre mí, empezaba a parpadear incandescente con mas estrellas de las que pudiera contar algún día, las causalidades existían y aquel nocturno Abril, mi alma se despedía con picara gracia, soltando y dejando partir un amor condenado, un amor tácito y borracho.