Franz Talithier

Los diferentes

Los diferentes

 

 

 

 

Porque somos diferentes nos han rendido culto

con la ceguedad de los que no han entendido nada, el pretexto

de ocultarse de nuestras llagas al hablar.

 

Es que versos somos, no nos escriben los mejores poetas,

solo llegamos de un boceto

garabateado, hecho cenizas.

Y para una dama rica que ha deleitado

soledades con su paladar de caramelo.

 

Tendríamos que morir como mueren

los ojos

que han soportado el halo de noches enteras.

Pero no sé yo de morir, de

morir

sabe mi alma que ella sola

ha sido una excusa de creer en

lo ajeno.

 

Morir con las manos cerradas para unirnos

junto al grito de las revelaciones.

 

La orbe de los escrúpulos ha marchado

con nuestras huellas, que jugando un juego carcelario

de Vladimires y Estragones, mastican

la cruel guerra del ajedrez sin

peones.

 

Es que nuestras voces se quiebran cuando hay un

innominable titiritero.

 

Alguien, en alguna baldosa, perdería un hermano que

fue sentenciado a muerte,

las tormentas comenzarían con su bocaza de

cobarde monarquía.

 

Y si de pronto nos vieran disfrutando la cordial

caricia de la

lluvia

hasta la más tenue de las gotas se

avergonzaría de vestirse tan

mojada.