Bolívar Delgado Arce

  HERENCIA

Lo que pasa cuando nos llega

un hijo, lo que uno piensa:
proyección nuestra,
continuación más exitosa,
que espero
que Dios quiera, lo que yo,
para mi hijo; senda, causa
medio y fin de mi existencia.

Que no le venza el orgullo
y el placer no encuentre siempre,
que lo oscuro y doloso
desde niño lo deteste,
que nada tenga su mano
si ningún esfuerzo ha hecho,
que nada digan sus labios
si ha de causar un daño,
que Dios sea su primero
y último gran amigo;
pues no debe dudar nunca
ni olvidar o soslayar
la humildad do el procede,
y que estén de buenas obras,
llenas siempre sus manos
y bolsillos.

Que sonría al pordiosero
y sea amigo del humilde,
que no encuentre en su camino
piedras que otros tropezaron,
que no deje a sus ojos
verter lágrimas vanas
o cobardes; que su puño
sea fuerte y conduzca
a buen puerto su velero.
Que sepa luego repartir
su saber a manos llenas:
Su matemático trazo,
o su línea moderna que edifica,
la justicia de los códigos
o su presto bisturí
salvador y siempre noble.

Que no se aparte del libro
y lea filosofía,
que reconozca y valore
sublimado la señal
del eterno pentagrama,
de la dulzura del verso,
de la fragancia de las flores,
de lo celestial de la mujer,
de las necesidades de la ¨Patria,
y que luche hasta muerte
por la paz y libertad.
Que no olvide las palabras:
gratitud, amor filial
patriotismo, lealtad, rectitud
honradez, caballerosidad.
Quiero que igualmente sepa
la efectividad de los alfiles
y el bienestar general que el deporte significa.
En fin, que su vida por sus obras
perdure ante su muerte que postrera
vendrá para ser comienzo y testigo,
del que nuevamente queda.


                                 Bolívar Delgado Arce