Jose Raul Morales Cornejo

Los Años no Vuelven

Vengo muy cansado del trabajo y de visitar a mi padre, pero sin muchas ganas de llegar a mi casa, siento la moral en los pies, tanto que colgué mis zapatos en mi cuello tan solo unidos por las agujetas y con un nudo que no sé si podré desatar mañana, ¿Qué más da?, quizá dé unos pasos atrás y con duro puntapié tire mi historia lejos de aquí para enseguida reír como un demente, si mañana al despertar no puedo soltar mis zapatos también los tirare lejos, pues muchos al verme así como hoy, dicen que me veo fatal y no quisieran estar en mis zapatos.

Hoy cumplió mi madre diez años de muerta y a mi viejo ya no lo veré jamás, hay tantas cosas que hasta ahora comprendo, siempre llené de  besos a mi madre, tantos, que sin querer pasé por alto el amor de un padre por sus hijos, hoy, al llevarle de comer a mi viejito lo encontré muerto, nadie de mis hermanos lo visitó en su soledad, ahora recuerdo cuando cansado del trabajo llegaba y con voz firme me decía: -A ver José, tráeme un vaso de agua porque tengo una sed del carajo, y dile a tu madre que me dé un taco, y yo, molesto porque muchas veces no lo quería hacer le ponía mala cara, entonces él enfurecido me daba un grito para hacerme reaccionar y de inmediato llegaba como todo buen juez, mi madre, para poner paz y me decía con mucha paciencia: -Ándale hijo tráele agua a este viejo gruñón. Ahora que soy padre comprendo lo difícil que es sacar a una familia adelante y que alguien tiene que ser duro, muchas veces llegas a tu hogar sólo para escuchar el mal comportamiento de un hijo, cuando esperabas encontrar un plato de sopa caliente, el abrazo de tu esposa y el tierno beso de los angelitos que Dios te dio para hacer de ellos unos buenos cristianos, ahora que soy padre comprendo que mis niños siempre serán mis niños y me duele recordar que el beso tantas veces esperado por mi padre también yo lo espero de mis hijos, pero ahora ya son unos jóvenes y les da vergüenza ante la gente  regalarme un simple beso en la frente y más me duele recordar que la compañera de mi vida nunca quiso que viviera con nosotros mi viejito, como me gustaría que volvieran los años atrás para que me acompañara a la escuela y que cuando saliera me tomara de los hombros para regalarle mis mejores calificaciones y un vaso grande con bastante agua, tristemente no escuche de joven los consejos de mi viejo, tristemente los años no vuelven y yo, al morir tampoco lo haré.