Humberto Jaen

El viaje del despecho a la ciudad del placer.

He viajado con mis penas al pueblo de los bohemios
y pienso sin querer pensar, que mi dolor me obligó
envuelto entre brumas de cigarro y con sentimientos ebrios
tambaleantes llegan aquellos, que el amor los olvidó

 

Melodías melancólicas, al acorde de voces sollozas
danzaba la murria pena, entre charcos de vómitos y licor
cuanto dolor, causaba aquella bella y negra rosa
que al despecho de una amarga ebria vida, me arrojó

 

Damiselas del placer, me ofrecen el frenesí por unas monedas
y estoy dispuesto a pagar, por sentir sus fingidas caricias
y sin placer alguno, me envuelvo entre sus piernas
y sin afecto dan un supuesto amor, carente de sonrisas

 

Y me pregunto ¿Cómo es posible encontrar el placer así?
si no existe algún orgasmo entre sus labios, ni siquiera fingido
y cuando el acto acaba, con un beso frio, tristemente te debes ir
a la rutina del licor, ahogando recuerdos de un amor perdido

 

Una copa de vino tinto, le pido al inmoral cantinero
pero me suelta una carcajada y me ofrece una cerveza
me sermonea, que si deseo olvidarla, y eso es lo que quiero
este líquido en abundancia, la sacara de mi cabeza

 

He bebido sin cesar, y ella se pasea entre mis memorias
como quisiera no pensarla más, pero es lo que más hago
le pido al amor, que se apiade de mí, ¡que tenga misericordia!
mientras, embebido de sus recuerdos, me embriago

 

Fue capaz ella de olvidarme con tan solo una despedida
y me encuentro aquí, ahogando sus besos en cerveza
mientras ella, no se de ella, solo sé, que me arranco de su vida
y que no volvería, porque se fue de la mía, con una absoluta certeza