Te espero invertebrada,
entregada a tu corriente y
a tus peñascos carnosos,
irrespetuosos,
e independientes.
Antes de que desaparezcas
como la escarcha cuando el alba la acaricia,
déjame deshilacharte los hombros
bajo la mirada famélica,
lúgubre,
y críptica
de Goya.
No dejes entrar la luz;
quiero que sigas siendo real
dentro de esta ceremonia.
Quiero seguir siendo tu hija,
Saturno.