Esteban Mario Couceyro

MelancolĂ­a

Hoy es un domingo, como tantos ya vividos

el sol apenas tibio, de un invierno que no llega

me encuentro algo solo, frente al cristal

en blanco, que poco a poco, ennegrece con estas letras.

 

Quisiera tener una mano

que se meta en el alma

y de un tirón arranque esta sensación

pesada y asfixiante, que siento

de estar preso, del frio, de estas paredes

de la luz que pasa por las ventanas.

 

Algo debe haber tras las cortinas

en el murmullo que llega desde la calle.

 

Estoy rodeado de cuadros, con imágenes

esa mujer que me mira indiferente

los paisajes, una marina de muelle y puerto

un paisaje holandés, esa copia de Manet

que alguna vez pinté.

 

Mis manos, con cierta torpeza, presionan las letras

mientras la música de un tal Moszkowski

concertantes, tratan de ordenar mi pensamiento.

 

Mis manos, supieron del placer

hicieron y rompieron tantas cosas

hasta golpearon más de una vez

la realidad

hoy solo escriben, como si aligerar el alma

fuese la forma de aliviar el equipaje

acumulado en el viaje.

 

La música se ha detenido

y aún no logro arrancar de mi alma

el agobio y las dudas

que siempre me llevan a pensar una y otra vez

del sol, la ventana, los muros

y ese rumor, que llega desde la calle.