Santiago Miranda

En el cuarto oscuro

 

He decidido hibernar unos días, volver
al pasado y transformarlo en oro, entre la plata
carne del silencio desvencijado por óxidos antaños
recavo en lo oscuro ahondando sobre mi culpa
de cualquier suceso jamás acontecido -me ahogo
o me dejo llevar- ya que uno solo fue llevado siempre
de un lado a otro negándose el ir o no a cierto impulso
como negándose a cerrar-abrir los ojos de la sedición
*
Recalo en que estuve presente ya en mis funerales
y en la sirena que ningún barco escucha llevándose
hasta el Estigia, a un apostata hermano que lleva tu nombre
hasta el vencimiento de tus datos y una fuerza productiva
que contiene un tú, que respiras-algo más se va algo que guarda
en sí la poética energía capaz de descifrar miradas y anudar historias
del amor más duro o del dolor que sana- que no se habrán
de narrar entre sí -y es que no entiendo aún, que significa
algo tan extraño como un día, algo tan demostrativo
como una palabra supliendo con todo ardor al sentimiento-

 *

Sentido, no hay número que exprese tales anomalías
Si pudiera ir, desnudo entre los abrigos y los muros
si conociera mi propia superficie, fluiría puro allí
dice el espejo a cada indómito ciudadano que se recuerda
como el sol a la noche; soy distinto a lo uno, Estoy

 *

separado de la eternidad de tí y consumo mi tronco en pensamientos
oscuros, mi fuego interno, mi irrevocable fuero, al exterior
me he ensuciado las manos al ser, de lo que observo, solo testigo
obligado, es que la oscuridad extranjera se infiltra tras los sentidos
y no hay visión con cual engañar al ojo que devora la imagen, y no hay
sabor ni tono con el cual embriagar al tiempo liquidando su propia hora

 *

En su propio arte demostrado, Te arropo
para quitarme la inacción de encima
beboté en las cerámicas más tersas
entre el terciopelo que te cubre y el tiempo
de mañana que habrá de ser un mañana distinto
al mañana que sucede hoy día, de un hoy siendo ayer

*

Como flores disueltas por el tiempo fraccionado
en este cuarto diverge mi vida entera, aquí no hay
necesidad de responder inquisiciones ni contestar, sobre
el aquí, no hay necesidad sino de observar y ejecutar funciones

 *

Ciclotímicas volteretas en un sueño
en invierno voy al sur y me quito los lentes
al escribir, bebo una taza de té tras otra
como bebiendo luz y me resguardo del frío
en la canción que escucho todo el día que ayer
se llamaba jueves y mañana es martes, no lo sé

 *

En el cuarto oscuro que hallé, siendo
el mundo un pabellón de esperas, aprendí
su lenguaje desarticulado describí, mi imagen
ficticia y amputada, de una realidad, jamás
cabal, jamás fiel sino a una circunstancia
a un vuelo, a una colérica brisa circulatoria
no bebo más fe que esta y ya que he visto
en las esquinas más pobres de mi cuerpo o mi ciudad
y en la ausencia de nombres u objetos no deteriorados
He sido algo más que ayer, una invitación de un mal
que evado, que ha aprendido trucos de seducción
y mi meta ha sido el no caer, en todo no recaer allí

 *

Pateo estrellas como piedras en este oscuro cuarto
-en este mundo que he llamado cuarto- repleto de soles
y lunas que acarician el cabello si nos hallan desprovistos
detenidos ante algunos de sus letreros, mirando hacia el cielo
alumbrado de pantallas irradiando, la luz que antes fue la casa
pura que habitamos, sin conocer pesar alguno ni una sola chispa
[de esta felicidad que me consume ahora, en la quietud amada de
[un pensamiento oscilando entre los polos, amando cada vértice
[de un rostro eterno, que beso con miedo y sereno describo y quiero.