Alberto Escobar

Extraña costumbre

 

Tengo la extraña costumbre de leer mientras ando,
no siempre que ando, no, sino cuando voy al trabajo
o voy de exposiciones en Sevilla.
Llevo practicando este \"deporte\" desde hace años, 
no recuerdo cuántos. Surgió por la necesidad que 
tenía de aprovechar el poco tiempo de que disponía,
era un padre de reciente estreno, para alimentar la 
tenia que roía, y sigue royendo, mis entrañas: mi
adicción a la lectura.

En estas, me veo un día, de frente, a una mujer que
caminaba por el parque de Guadaíra con un libro en
una mano y un parasol en la otra, por supuesto yo
iba leyendo también, camino del trabajo.

Al cruzarnos nos miramos, nos comprendimos, fuimos
cómplices en la mundanidad gris que nos rodeaba, nos
supimos engendros de una especie distinta, especial,
en un zoológico dónde lo lógico suele brillar por su
ausencia, y la cultura militante también; diría incluso la
cultura más elemental.

Este encuentro no fue el último, me crucé con ella, que
recuerde, una vez más, en el mismo camino, la misma
mirada pero menos intensa por carecer ya de la chispa
de la primera vez, la mirada se tornó esta vez en una
especie de saludo con una pizca de simpatía, que viene,
entiendo, por pensarnos de un mismo bando.

Estoy seguro de que me la encontraré al menos una vez
más. También, ahora que recuerdo, cuando me miró la
primera vez, incluso la segunda, bajó, o eso me pareció,
los ojos levemente, como en señal de pudor por hacer
algo que cualquier ciudadano convencional calificaría de
extravagancia, si no de locura...

POSDATA:

Antes de que se me olvide, quiero añadir que además me
sonrió, porque pensaría, diría yo, en su foro interno que
no es la única.