karekarenina

Otoño VII

Has logrado vaciar las palabras.
Has construido con nuestras esperanzas
una máquina de parir gusanos.
No te jactes inocente
de esta tristeza que todo lo devora,
de esta lluvia cadenciosa que se clava en los cristales
aunque no sea de noche.
En los páramos de la infancia, un niño
comienza un gris incendio.
El bosque de silencios tiembla de lástima.

 

Si estuvieras a favor de mis palabras,
si bastara con lo que existe y no lo que aparenta.
La tristeza no es un camino, sí una atmósfera;
en ella se puede seguir respirando.
La lluvia, más que un milagro, es una consistencia.
La textura de las cosas está en cómo desvanecen.