Raúl Navarro

Érase una vez un lago

Érase una vez un lago
De aguas tranquilas
Que además de frescas
Eran aguas cristalinas.

Alegres y juguetones cisnes
Nadaban en la orilla,
Ordenados todos en una
Hermosa fila india…

Las gaviotas entonaban
Sobre las ramas floridas
De los frondosos árboles
Una hermosa melodía…

En el zenit, orgulloso,
Resplandeciente se veía,
Luciendo sus rayos de oro,
El Sol de mediodía.

Y las rosas transportaban
Sobre las ondas frías
Del acompasado viento
Su fragancia exquisita…

Una tarde apareció una
Lluvia fuerte, repentina,
Ahuyentando a los cisnes
En una blanca algarabía.

Aguas turbias al instante
Desbordaron por la orilla
Arrasando todo lo verde
Con su fuerza desmedida.

Y la lluvia jamás cesaba
Ni de noche ni de día
Y sobre aquel lago triste
El cielo negro se veía.

Érase una vez un lago
Sobre el que siempre llovía,
Y la lluvia era Ella
Y el lago era mi vida…