RICARDO ALVAREZ

1- EL ESCAPE 2- DILE A ELLA…AMOR 3- LA PLEGARIA

1-

 

                 ESCAPE

 

 

Una escena de blanco mate tan vacía.

Los anaqueles gruesos de hojas con penas,

la dócil cerradura tan tardía de llena,

y bajo el camastro ocultas las viejas zapatillas.

 

Un dibujo  torcido plasma mi caricatura vaga.

Ando con los talones desgarrados mis sendas,

a ciegas toco el bastón sobre  la raída alfombra

y veo teñirse la gama de azulejos cocinando ropa vieja.

 

La sangre seca en la carne magra

y las arterias vertientes áridas de túneles insanos,

De a rato me visitan mis propios fantasmas como esclavo,

Impalpables y angustiosa sombra amarga,

 

Cuando la luz del candil se apaga

reviven las cosas olvidadas,

Los menesteres de fruslería

retornan variables pertinentes de nupcias.

 

De mis cáusticos fantasmas yo me rio

al encerrarlos en una jaula.

uso los pestillos del olvido.

y borroneo letras con melancolía de argonauta.

 

Hay un granate espejo oriental que arde

y en sigilo huyo de las crudas realidades,

nunca sabrán que prontamente me he ido

flotando como ave en la turbia extensión  del paisaje.

 

 

 

 

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2-

 


                               DILE A ELLA…AMOR


                           

 

¡Dile a ella amor¡

A través de tu boca comprensiva

 y tu  voz serena.

Que cuando mire a ambos lados, yo estoy.

en el frente, en el atrás, en el suelo deshojado,

en la estrella más alta y brillante.

Dile que no puede escaparle al destino de mi amor.

Que lo lleva en su sangre

de húmedo relucir,

 como sus ojos de espejo

semejando ámbar brillante.

 

En los umbrales labiales

tiene la sed de mi piel y el hambre del pan,

el ansia famélica por mi carne.

 

Dile amor... que no esconda su pesar

en un rostro oculto con heridas.

Para ella tengo mis hombros de piedra suave,

para enjugar sus lágrimas de haber vivido tanto.

 

Ahondé en mi pecho un lago solo para su llanto.

Cultivé mi voz y mi oído,

para hablarle a su alma tierna.

 escuchar su melódico canto  de regocijo.

Dile que no respire sin mi aire,

que absorba todo el aliento

de mis pulmones insuflados.

 

Dile que no ande el camino

sin saber que es mi piel el alfeizar que pisa.

Que estoy con ella en los ojos de la luz,

en la tenue mirada de la luna,

cuando urde la madeja oscura de la noche.

Con mis ojos de celo, en vigilia alerta,

reteniendo su rostro en un atlas geográfico,

Donde el contorno de sus líneas

es el mapa del capítulo primordial.

 

¡Dile a ella amor¡

Con tu boca sabia, gesticulando signos.

que mis horas sin ella son  eras

y mi segundo con su presencia

trasciende el tiempo de los siglos.

 

 

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3-

 

 

LA PLEGARIA

 

¡Dios...

Dios mío!

Baja tu oído de escucha

que ya mis plegarias no tocan

la altura de la estrella

y de mis hijos a mi madre

se abre una brecha de puerta desnuda

cuando andan su noche sin ropa

y la pena me retuerce el alma/

 

Dura labor diaria hastiada, sin paz, sin honores,

sin miga ni riñones en calma/

 

Baja tus limites de cielo y tus delgadas manos copiosas

que las mías son aceptadas como mendrugo

y cada esquina me rechaza en su ochava,

como si las puertas tuvieran dientes

y la vida se me hace duro declive/

Alud de guijarros, diluvio de meteorito/

Al ver en la lluvia los pies descalzos de mis niños/

 

Esta angustia que quema

con el vacío ardor del estomago ácido,

 permanente percute su tornillo frío en mis sienes

y llego a la pregunta...

Para que utilidad he nacido?

 

Me empujan, patean y golpean tanto los dolores

que mis venas de cuello fatigadas

y mis vísceras de puñetazo

van golpe a golpe gritando inútil con su voz muda/

 

¡Dios! Oye mi lamento/

Tendré que armar un clan de amor macilento

donde floten las bocas vacías en un mar de peces muertos

o desatar la furia salvaje de la sangre en asonada

hasta que las sordas puertas mastiquen su propia piedra?

¡Respóndeme Dios!

Porque mis rotos zapatos

ya andan el camino de la rebelde fiebre/