Ella y yo nos sentamos junto al río,
el fin de aquella mañana se acercaba,
hacia mucho frío, el agua era testigo
de un amor romántico entre los dos.
A nuestro lado habían dos faroles,
yacían mirándonos erguidos,
nos observaban con ojos críticos.
Cuando ven mis manos proceder
a desabotonar su blusa rapidito;
para ver sus pechos dormidos
que se abren como botones
de hermosas flores.
Intentó quitarme la camisa,
era torpe, se le atoraba.
Procedió a romperla,
rasgada como cuchillos.
El viento movía los árboles
como excitados,
de ver nuestros cuerpos
ya medio desnudos.
unos pericos cantaban
y un par de perros corrían
cerca de el tío.
Perros que querían aparearse,
nos incitaron a querer lo mismo;
acaricio lo suave de su cabellera,
con mis dedos hago un remolino.
Ella se quita su vestido;
admiro su cutis tan fino
que ni los cristales
relumbran con tanto brillo.
Sus muslos me encantan
y quedo sorprendido,
sus piernas alumbran
no importándoles el frío.
La mañana termina,
con los mas dulces besos
que en su cuerpo recorrí,
en medio de tanta pasión
unos dedos le metí.
Su humedad sale a flote
nos revolcamos en la arena
ame a tan bella morena
allí cerca de río.
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Autor: Millondurango
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