José Moscoso Vega

Mi amado chapulín.

Siendo un niño de siete años,

un chapulín me regalaron,

en mi pobreza un gran juguete,

aunque le faltaba un aro.

 

Era plástico mi chapulín,

para mí un gran tesoro,

en mi mente infantil,

tan valioso como el oro.

 

Vendiendo verduras en el pueblo,

con mi hermano Gerardo,

una tapa me encontré,

que del chapulín seria su aro.

 

La felicidad llenó mi alma,

tendría su aro al fin,

ya no sería un invalido,

mi precioso chapulín.

 

Lleno de emoción,

fui de regreso a mi hogar,

pensando en arreglar mi juguete,

para incansable jugar.

 

Ya cerca de mi casa,

un kilómetro faltaba,

entre la verde montaña,

un chorro de humo se alzaba.

 

!Se nos quemó la casa!,

mi hermano gritó,

yo me dije; ¡que le pasa!,

¿Acaso enloqueció?.

 

Corrimos desesperados,

yo deseando que solo fuera,

una simple quema,

para preparar la tierra.

 

¡No...!Solo humo y pequeñas llamas,

quedaba de nuestro rancho,

y unos tanques humeantes,

del arroz de todo el año.

 

Lloré... ya no tenía casa,

todo se nos quemó,

casa ropa y alimentos,

las llamas los devoró.

 

Ahí en un árbol caído,

sentado estaba Papá,

su tristeza era notoria,

esa que la tragedia da.

 

Mi hermana en un tronco,

no dejaba de llorar,

mirando los escombros,

que quedaban del hogar.

 

Entonces me acordé,

de mi amado chapulín,

sollozando Lo busqué,

pero nunca lo encontré.

 

¡Mi invalido chapulín!

mi juguete que tanto amé,

solo me quedó la tapa,

su aro que no pondré.

 

J.Moscoso.

Derechos de autor reservados.

José Antonio Moscoso Vega.

Corredores, Puntarenas, Costa Rica.

05 de septiembre 2014.

Gracias Dios.

 

Un relato real, que hoy conversando con mi hijo,  decidí plasmar entre prosas.