El vestido azul
...
Se puso ese vestido azul,
aquel del encaje y los hombros desnudos
que sacó del baúl de los pasos perdidos,
y aquel collar de nácar,
donde aún resonaba
el ruido de las olas de su vieja playa.
.
El cielo despejado y limpio
le dío valor de caminar en el jardín,
mientras con sus largos dedos arrugados
simulando el razante vuelo del aguila,
dejaban caer
sobre sus labios secos
ese carmín que dibuja sombras,
y acompañaban el brillo
de esos ojos zafiro;
testigos de mil y un mañanas...
mañanas que se han ido.
.
Aún tuvo tiempo de sonreir,
mientras escogía una gargantilla
con que acompañar la soledad del momento,
y recordar los bailes de verano,
y recordar los besos con sabor a miel,
y recordar aquel amor primero
que para ella fue el verdadero.
.
Cogió la gargantilla
los aretes y la diadema,
-y se dijo a si misma-
\"El pino muere de pié\"; contenta aunque muerta poco a poco por dentro...
se sintió otra vez querida
se sintió otra vez coqueta.
.
Feliz, lozana, radiante y fresca
aún joven y enamorada,
esperó la octogenaría
con la alegría del nuevo día,
que llegará la muerte a visitarla.
.
Y llegó...
¡El Alpha y el Omega!
¡El principio y el fin!,
ella hoy muere,
pero mañana
renacerá a una nueva vida.
.
Con la risa en los labios
y la locura en sus ojos,
abrazó con fuerza a la muerte,
mientras en su interior exclamó
¡Gracias Dios por la vida!
¡Gracias Dios por la muerte!
...
Un beso y una flor
Alfredo Daniel López
30 - 05 - 2017