Esteban Mario Couceyro

El representante

Gutiérrez, recién se reintegraba, después de las vacaciones. Bueno…, vacaciones es un decir, fueron quince días en su mono ambiente, comiendo delibery, durmiendo y navegando por internet, o más bien, naufragando en sus páginas.

 

Eran las nueve de la mañana, cuando el jefe lo llama a su oficina. Gutiérrez entra con la taza de café y se sienta frente a él, que sin mediar palabra, le tira una carpeta demasiado nueva, sin desgaste y cuya prolijidad en el título, le llamó inmediatamente la atención.

 

Dejó la taza y tomando la carpeta, leyó el título “ Sr. X”, nada más solo eso.

 

Gutiérrez, levanta la mirada y espera que su jefe hable.

 

Gutiérrez, tenés trabajo, te lo doy a vos, por que sé que no me vas a fallar, es un asunto delicado. Si metes la pata, en el mejor de los casos, te borran. Sabés lo que eso significa, no vas a poder tomar otro café, ¿me entendés?.

 

--Si jefe, este discurso ya lo he oído, ¿ de qué se trata?.

 

El jefe, se levanta, va hasta la puerta, mira a ambos lados del pasillo y regresa. Avanzado sobre el escritorio y en voz baja, le dice.

 

Este asunto quema, hay versiones fundadas, que se planea un atentado…, un magnicidio importante y que los confabulados, son de los nuestros, me lo dijo Pedro, de la otra secretaría ...--.

 

El jefe, se hecha para atrás y se sienta, haciendo un gesto aterrador, señalando con la cabeza hacia la derecha…, o sea las oficinas de los máximos jefes de la dirección.

 

Jefe, eso lo creo, pero cómo pueden ellos hacer algo si no tienen relación directa con los oficiales…, esos inútiles, si disparan un tiro, seguro que se hieren a sí mismos, recuerde que no son de carrera, son acomodados políticos...--.

 

El jefe, estaba alterado, sudaba copiosamente y continuamente miraba ansioso a la puerta, una vez más se incorpora y con voz muy baja le dice a Gutiérrez.

 

Mirá, no sé con quiénes cuentan, si te lo doy a vos, es por que no sé quienes están con ellos. Pibe, estoy muerto, sé que ellos saben que no transo y me tiene agarrado de las pelotas, por un asunto de hace unos años atrás.

Ya soy cadáver, pero eso no importa, solo quiero cagarlos y vos sos mi esperanza…, otra cosa, Recondo…, esa mina que no te gusta…, pero es tan…, ya sabés, que no se atreverían a confiarle nada, seguro está limpia.--.

 

No jefe, con Recondo no, es para lío...--.

 

Mirá Gutiérrez, no hay otra, ni tendrás apoyo, no confío en nadie, te transferí fondos a esta cuenta, no es mucho pero hacela alcanzar, si necesitás ayuda contratá la gente que ya sabés, López me debe favores, no se va a negar y ya le dije. En la carpeta, están los datos de todos y sus principales ramificaciones.--.

 

¿Jefe, por que nos mete en este quilombo?--.

 

Gutiérrez, sabés que no soy un santo, pero estos hijos de puta, no la tienen más larga que yo. Sé que me van a matar, para que no los joda, a vos ni te conocen y vas a  representarme desde hoy, no quiero reculadas, acordate de los favores que me debés…, podes retirarte Gutiérrez, fue un gusto enorme, me voy a matar, ese es tu reaseguro, ya no podré hablar, ¿me comprendés?, con vos y Recondo, los dejo en cero.--.

 

El jefe, había estirado su mano, no para dársela a Gutiérrez, en un saludo, sino para alcanzar la pistola que tenía sobre el escritorio, mientras con la otra mano le indicaba que se fuera. El jefe se levanta, cierra la puerta por dentro, recorre la oficina con la mirada. Mientras Gutiérrez se sienta en su propio escritorio, siente la detonación en la oficina del jefe.

 

Gutiérrez guarda la carpeta en su portafolios y llama por el interno a Recondo. Todo se alborota, los gritos..., golpean la puerta de la oficina, la violentan y se siente a lo lejos el ruido de los cristales al romperse.

Gutiérrez, en el vestíbulo, se encuentra con Recondo y salen a la calle, llovizna y paran un taxi, subiendo rápidamente, se pierden en la ciudad con impreciso rumbo.