Jorge Briceño

Nada es en vano

Puedes mirarla un poco, saciarte al máximo.

-ojalá de lejos;-

Solo un poco,

porque si te le acercas y respiras un poco de su aire, descubrirás lo tediosa, enojona,

y estresante que puede llegar a ser.

Le puedes hablar -hazlo con  paciencia, te aconsejo-;

Si no eres paciente, te ignorará y en ocasiones te golpeará.

Pero cuando la toques, -si lo sabes hacer, claro está-,

cuando la abraces por la espalda, cuando naden en besos, o simplemente toques su mano;

te corresponderá y con la misma magia que la enamoras te enamorará hasta los huesos y entonces verás que nada,

nada fue en vano.