Zambra Saavedra

Veneno.

 

Me enamoré de un loco, con el mundo de cabeza; me enamoré de él, en su peor momento.

Lo nuestro fue pura casualidad, de esas “casualidades” que creí que jamás me llegarían a mí, con el corazón un poco dolido, sí, pero te quise lo suficiente como para enfrentarlo ahora.

Hablábamos de todo y de nada, éramos todo y éramos nada, el cariño crecía cada vez más y sin vacilar me enamoré.

Uno de esos días llenos de besos y caricias recostados uno frente al otro, hablábamos del futuro, sueños separados y sueños juntos, mientras las sonrisas no desaparecían de nuestros rostros, luego un silencio eterno invadió la habitación.

Yo acariciaba su cabello, mientras sus ojos estaban clavados en mí, escondían muchas dudas.

Acerqué mis labios a su cuello dejando que su aroma impregnara mi ser.

Después de un tiempo de apreciarnos en silencio me dijo:

-Hay una especie de veneno, que en apariencia es como la miel-

Entonces levanté mi cabeza para poner más atención a sus palabras.

-De hecho el veneno es dulce, las hormigas lo toman y lo llevan a su nido, pero ellas no tienen ni idea de que al llevarlo se están condenando, porque lentamente empiezan a morir.-

No estaba muy segura de esas palabras que escuchaba, su semblante serio me estremecía.

Bajo la mirada y tomó mi mano.

Entendí a la perfección esas palabras, de alguna extraña manera él hablaba de nosotros, él era como ese dulce veneno.

Acaricie su rostro y deslice mis dedos sobre sus labios.

-Entonces estoy envenenada – le dije.

Y le planté un tierno beso, que sentí que sería el último.

Con el pasar del tiempo, nos alejamos, vivimos una muy breve historia de amor, está de más decir que al final sí fue veneno, pero el tiempo ha logrado sanar muchas heridas de su recuerdo y a pesar de todo, no me quejo, porque te quise sinceramente, pasamos buenos momentos pero el alejarnos fue lo mejor para los dos.