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EL ANCLA

 

EL ANCLA.

En la inmensa montaña de oro molido

hay un recuerdo escondido,

los vientos del este furiosos arrasan

minúsculos granos que impávidos dejan

un espacio inmenso, un gran vacío.

Las raíces brotan del infértil suelo

regadas con lágrimas de rojo sufrido.

Batallas se escuchan, suenan como ecos

alaridos son, quejumbrosos

llantos de los nativos.

La muerte ha vuelto despertando

las almas que se siguen quejando,

¿Alguién las escucha o todos han uhido?

  pero Hay un testigo que no se ha ido

es el paisaje que todo lo ha visto.

¡Madre! Tu vientre hoy sangra

por aquel exterminio, que causó tu hijo

hermano del indio.

No borres las huellas que han dejado

los blancos llamados civilizados.

No borres las huellas que han marcado

a todo un pueblo los han condenado.

¿Cultos se decían los homicidas

bárbaros llamaban a las victimas?

Por qué tanta maldad

si tu nos acoges madre,

sin preguntar de donde venimos.

En aquellos días de genocidios

nadie quería sacarse la venda.

                                  ¡Madre! Me pregunto incesantemente

                                    no se daban cuenta que pisando fuerte

estaban  matando a la argentina.

                                                        De Alicia V.