Eloy Mondragón

PERPETUO AMOR

Yo vi luz de unos rayos, en mi almohada
calentando mis gélidas mejillas
al albor de las tantas velas frías
libaba una caricia... almibarada.

Percibí, asimismo, de una alondra
el sutil arpegio en el trinar
y... con su celestial cantar
me llegó también, su habitual ronda.

Era mi madre, desde el cielo me asistía
ofrendándome su atisbo maternal
asía mi angustia, la hacía suya.

Mas nunca luz habrá, la substituya
ni diamantes, ni perlas, ni vil metal
ni el oro todo, de las sacristías.


© Eloy Mondragón