Edson Johan Trujillo

Velorios

Siempre llegaba antes de tiempo,

Cuando aún llovía la alegría

Y los pájaros volaban sin lamento,

Perdiendo de vista a todas las golondrinas.

 

Los cajones de madera,

Se dejaban lucir contentos,

Al mismo tiempo que cantaban

Sonetos con gran lamento.

 

Se lamentaban por los infortunios,

Por las lágrimas derramadas,

Que sin medir suspiros

Caían sobre la almohada.

 

Eran noches tristes,

Probablemente sin suerte,

Sin ganas de ver otra gente;

Sufrir en los andenes.

 

No llegaba nadie,

Ni siquiera la soledad

O los llantos inminentes,

De gente con poca sonoridad.

 

Eran gotas largas,

Manchas en la habitación,

Mientras se quemaba la casa,

Se sentaban en el balcón.

 

De nuevo hacía su gloría,

La misma magia de siempre,

Que, aun estando callada,

Moría así, simplemente.

 

Se arropaba de ironía,

De los llantos de otros;

Medía la soledad

Cantando con sus ojos,

Mostrando las puestas cerradas,

Seguía expresando todo,

Con el suave color de Bella Mar.

 

Todos lloraban,

Lloraban y morían,

Salían desangrados,

Mientras, en el ataúd,

El difunto abría los ojos,

Soñando en la misma melodía.