Esteban Mario Couceyro

Despertar, maldito despertar

Amaneció una vez más

y Felisa

despierta en la luz del sol

que por la ventana

se cuela tibio

ladrón de esa piel

que de a poco

comienza a besar.

 

Felisa

piensa en hombres

apuestos, dulces

que harían de igual manera

besarla como lo hace el sol

con lentitud

mientras ella

deja que la cubran

de promesas

lujuriosas promesas

cielos

infinitos de gloria.

 

Pero la nube maldita

tapa al glorioso sol

dejándola desnuda

sin uno solo de esos besos

tibios besos

dado por el sol.

 

Rápidamente Felisa

se levanta

vistiéndose

para ir al colegio

hoy tiene examen

de matemáticas.