Guillermo2

Sol

El sol no es ese astro tan virtuoso.

No, es una usina alevosa de fotones,

y ahora subsiste quemando nuestros iris.

 

Este sol muy musicalizado en canciones,

provoca impiadosas quemaduras en la piel.

Es moda que incendia la  tersa epidermis

en imitación furibunda del color cobrizo.

 

Tanto blanco lánguido se considera enfermizo,

comparable al prolongado letargo invernal.

La palidez es detestada por los vitalistas,

dinámicos impulsores de una vigorosa tez rojiza.

 

En la energía electrizante de un día soleado,

hay millones de lagartos humanos suicidas

apilados bajo los llameantes rayos infrarrojos.

Es insolación temprana antes del mediodía.

 

Esos cuerpos muy bronceados estilo caribe

son la representación vívida del ocio burgués. 

Potente negación de la amarillez anémica

del puritanismo, visible en la blancura aria.

 

La vitamina D es la atinada excusa pro solar.

Renovación física desde un vigor fortificado; 

en píldoras o en una isla tropical incandescente.

 

La estética afro ha conquistado la caucásica.

Aun así ambos cánones  procuran armonizar,

igualando sus fisonomías por el sol o la cirugía.

 

Bañistas iluminados por un cegador resplandor. 

Figuras doradas luciendo lentes fotocromáticos,

escudando la vista de radiaciones ultravioleta

que electrocutan a los impasibles asoleados.

 

Yacen los torsos calientes sobre arena satinada,

descansando ociosos en frivolidad mundana.

Auspicioso negocio de un básico calor enlatado.

 

Filtros solares, aguas termales y cremas densas,

suavizan las pieles afiebradas y púrpuras.

Alivian la deshidratación y sequedad dérmica

y la sed en el turismo sobre o sub ecuatorial.

 

Ampollas de primer grado y llagas agudas,

pupilas ardientes y mucosas entibiadas;

trofeos  patéticos de un adorador del cruel Helios. 

 

Playas calcáreas y arenales carbonatados,

cenizas finas revistiendo cuerpos agrietados

y llagas lacerantes arruinando cada cutis.

Lujo del tostado estival en cómodas cuotas.

 

Entre los trópicos de Cáncer y  de Capricornio,

nuestro sol ha sido un calcinador despiadado.

Cada temporada hay más agrietados y vulnerados;

la dermatología aspira reparar lo que el sol holló.

 

Agente colaborador en la desertización de llanuras:

acaso se le adjudicará beneficio saludable alguno

cuando ha incinerado a los humus más humectados.