Isaac Castillo

Aposté que te quedabas

Tu Inefable caricia que incita presunción, de despertar contigo en la mañana.

 

Donde tu labio inferior hará la cosquílla en mi barbilla que despierte al corazón,

 

 

y ese constante vaivén de tus lunares que descansan en mi mente y ofuscan la razón,

 

me dejarán varado en tu cama, cansado, sin aliento y con las ánsias de otro encuentro.


No es mentira, aposté a que te quedabas; mi tiempo, mi guitarra y mis mejores versos.


Y si por destino fortuito perdiera tu beso y tu mano y tu frente y tu cuerpo.

Que dicha haber vivido aunque sea por un momento, la maravilla que causó la coincidencia de tu encuentro.