kavanarudén

Lontano (lejano)

 

Melodía dulce que embriaga mi alma.
Eleva mi sentir alimentando mi musa.
En la soledad tranquila en que me encuentro, traspasas mi corazón tocando mi razón.
Sutil comienzas, vas en aumento, como la vida misma.

 

Me recuerdas al gran río Orinoco, que corre en calma hacia el encuentro del mar. Su amado mar, amigo, compañero, confidente. Añora mezclarse, confundirse en sus saladas aguas, perderse en las mismas para siempre.
Mientras se desliza por el cause, va dejando fertilidad, vigor, vida.
Apaga la sed hiriente del viandante acalorado. Del aventurero enamorado, del amante apasionado.
Refuerza el verde de la natura, perdiéndose en la espesura, de matorrales olvidados.
Deltas se abren para que los surques. Los bautizas con tu agua purificadora.

 

Notas sutiles de una creación sin igual. Bendita la mano del hombre, bendita su mente, bendita su inspiración. Bendito el arte que es capaz de elevar el alma, ennobleciendo el espíritu, enriqueciendo la imaginación.