Alberto Escobar

Gloria Fuertes

 

 

Aprendí a quererte desde niño.
Me reía escuchando tus poemas.
Tus historias fueron vivos emblemas
de mi amor a escribir.
Esperaba con ilusión tu hora.
Me sentaba delante de la tele.
Me quedaba suspenso cual pelele
que queda sin sentir.

Ahora me doy cuenta de lo importante que
fuiste para mí. Comprendo el influjo que tus
poemas \"pa los niños\", como tú decías,
ejercieron sobre mi vocación de aprendiz de
brujo en esto de juntar palabras biensonantes.

También debo reconocer la simiente familiar,
mi padre y mis abuelos hicieron sus pinitos no
sin relativo éxito, pero volviendo a tu magia,
tu estar en mis tardes de pan con chocolate
con \"La Cometa Blanca\" fueron una escuela de
poesía, y por tanto de vida.

Tu pelo blanco, que se hizo bandera en mi casa,
no en vano mi madre pronto recibiría las nieves
de la madurez-y yo ahora también las disfruto,
como herencia divina-tu corbata y tu traje
estrafalario parodiando la seriedad cotidiana del
hombre de negocios, hacían mis delicias cada 
tarde, después de los deberes.

Te doy las gracias mirando al cielo, para que el
trayecto sea más rápido, por alentar en mí este
privilegio de gustarme entre letras.



Te querré siempre Gloria.