Jesus Alejandro Reina

Historia de una tarde sincera

Al filo de la cornisa de mi habitación,
Que solo es eso, muestra de mi consternación,
escribo simples versos salados en el piso
purgando los demonios juguetones del día.
De tanto sonreír, olvidé que eso dolía.
Y poco ahora, dejan mi corazón sumiso.

Abriendo el ventanal, el viento trae mis fallas,
abriendo la libreta; Con perdidas batallas
llenan de carmesí mis desdichadas visiones,
danzan en el jolgorio ebanoso sin sentir,
danzan sobre los gritos de este real sufrir.
Dardos y dagas matan todas las emociones.

Y poco a poco, célico rey cae insensible
Dejando la negrura tétrica y apacible.
Con sombras tenebrosas, llenas de soledad,
inicia mi odisea, como un trágico trance
que cura una flor y ángel fuera todo mi alcance.
Cerrando ventanal, solo queda tempestad.