Pronunció Poncio Pilatos:
\"¿qué hago con el nazareno?\"
Y la lengua de veneno:
“¡a la cruz!\", dicen ingratos.
Él soportó los maltratos,
cargó humilde su madero
no dijo en defensa un pero,
desgarrado y moribundo
cargaba deudas del mundo,
fue cáliz, fue desespero.
Manto y corona de espinas,
castigos y el vituperio
como un mortal cementerio
de agonías paulatinas.
Cansado iba por colinas.
Cae, sin fuerza tres veces;
nadie escucha ni sus preces,
no sienten pena y piedad,
burlas a su majestad
con azotes y sandeces.
Gólgota, fin de los tramos,
pies y manos ofrendadas
a indigna cruz son clavadas
del ser bendito que odiamos.
El cordero que ultrajamos
nos perdonó en su agonía,
ni el fariseo entendía
que Isaías lo predijo.
Ahora es Dios con el hijo
quien despertó al tercer día.