Hugo Emilio Ocanto

*** Deja la puerta abierta *** - Monólogo - - Autor e intérprete: Hugo Emilio Ocanto - - Grabado -

Deja la puerta abierta

 

Disculpa todo el trabajo que te doy.

Preferiría sea yo el que te atienda,

pero hacerlo sin que estés

como yo. Así, sin buena salud.

Nadie podemos evitar estar enfermos.

Es una parte de la vida.

No siempre se puede tener buena salud.

Sobre todo cuando llegamos a una edad avanzada.

Nunca le he temido a la vejez.

Al menos eso es lo que me pasaba

cuando era joven.

Ahora estoy viviendo una realidad.

Que me ha llegado así, de golpe.

Si tienes algo que hacer, hazlo.

No estés tan pendiente de mí.

Sobrellevaré mi padecer.

Al salir, te pido dejes

la puerta abierta.

Con ella así me siento más protegido.

Ve y haz tus cosas tranquila.

No, no quiero televisión.

Tampoco la radio.

No, tampoco música.

Quiero escuchar el silencio.

Sí, si llegase a necesitar algo,

llamo con el timbre, cuando vuelvas.

No temas por mí.

Tendrás que aguantarme

un tiempo más...

No estoy tan imposibilitado.

Sabes que hasta puedo levantarme.

No me mimes demasiado.

Sí, deja la luz apagada.

Si la necesito, prendo el velador.

Hasta luego, hija.

¡ Cuántos recuerdos vuelven

a mi mente !

Llegar a esta edad...

y vivir de un pasado,

del cual no se puede volver a tener...

El haberte conocido hace tantos años...

siendo tan feliz, no sólo yo, sino ambos.

Habiendo compartido años de amor y felicidad.

Pero el destino quiso que te arrebatase

de mi vida, dejándome solo y desamparado.

Por la maravillosa semilla del amor,

ha quedado en mi vida el fruto

de nuestras noches inolvidables

de sexo y placer.

Ella, como a ti, la vida me la quitó.

Y me hago la ilusión de que

esta mujer que hoy me acompaña

tan sólo por unas horas diariamente,

es mi hija, no siéndolo.

Quiero arrancar de mi alma

el pasado, del cual soy feliz,

pero al mismo tiempo muy desdichado

porque no es una realidad...

es una ilusión.

Mi vida es un tormento.

Mi existencia un desconsuelo,

porque estoy acompañado

por una joven que por piedad

se une a mi vida, para que

no me sienta tan sólo.

Ni con todo el oro del mundo

podría llegar a  pagar lo que hace por mí.

La puerta abierta

aun en la oscuridad veo a través de ella

el exterior de mi habitación.

Mi mente no puede dejar de recordar

cada instante de mi pasada existencia.

La que quisiera volver a vivir...

Ya he perdido muchas cosas

y muchos seres que me acompañaban.

Y ahora me siento solo.

Total y absolutamente solo.

Quiero engañarme a mí mismo.

Tener, lo que ya no tengo.

¡ Pero qué gano con ello !

Nada, nada...

No tengo miedo de morir.

Tengo miedo de vivir...

 

Hugo Emilio Ocanto

Derechos reservados

11/04/2017