Salvador Cano

NOCHE INMARCESIBLE, DÍA TRIUNFADOR.

Nuevamente el susurro estúpido de la noche, se sucumbe en mi oído.

Nuevamente te recuerdo y la luna se va y las estrellas se apagan.

Otra vez, con el tiempo mis ilusiones se marchitan cuando llega la maldita soledad.

Nuevamente todo, desesperado, sin huir de mi;  

tu espejismo corto en mi memoria,

causa una desdicha, causa un gran dolor.

 

Y cada vez que la trágica en infinita oscuridad llega a mi, 

en mil ceremonias y cantos hechas por chicharras;

en mi mente se arma una corta melodía con tu apacible voz,

que no alegra mi afligido corazón,  canto que apacharra  mi desgraciada alma.

 

Sumido en la tristeza y en la duda del por qué te amo,

el recuerdo  me encadena al tangible  anochecer. 

Mi cuerpo llora en mil pedazos porque no eres mía,

porque tus besos, tus caricias, tu alma nunca podré yo tener.

 

y nuevamente, las canciones melancólicas, las estrellas apagadas y la luna escondida,

desbastan, en el infortunio amor, a mi despiadado, ignorado, y  terco  ser.

 

En algo yo confío, en algo yo tengo fé;

he visto que la noche es derrotada por el día,

todo  se empieza embellecer;

y así,  creo que algún día

tú u otra criatura, mi amor ha de reconocer.

 

En la noche yo me duermo, esperando un loco y misterioso día,

donde el amor me haga enloquecer.