Clavelina

Y en el cielo, recuerdos

         Suspiras demasiado. Quisiera ser yo quien aquietara esos quebrantos susurrantes

¡Estiras, estiras tanto tu mirada! Trazas uniones imaginarias que más tarde te dolerán

Nunca sabemos dónde parar. Empezamos por ignorar el inicio

Con el alma queremos alcanzarlo todo. Tanto más prohibido, más cercano

Frenos, está bien. ¿Pero las vías? Sólo sigues esos sueños descarriados

Vuelan, ellos vuelan. Tú, con tus piernas y tus pesares anclados…

Has dejado de rememorar el fuego. Te abrazas al frío de las luces fugaces

Ser correspondido, ser deseado por otra vida. Renacer juntos para el otro

El libro se va escribiendo. Páginas que borras de tu mente, pero nunca dejan de ser

Son eso: lo que jamás deseaste está ahora grabado en tu eternidad

Trazos y más trazos indelebles, encadenados, haciéndote abandonarlo todo

Sin importar, la historia se sigue plasmando sin autor, y protagonistas enajenados

Ni ellos mismos viven sus vidas. Hay un lápiz que lo hace por ellos

Carbón, tinta: sangre de amor derramándose en  un solo llanto

Puede el mundo secarse, pero las nubes siempre cubrirán todo, hasta la verdad

Y se encargarán de humedecer cada lágrima sobre los rostros, las almas y la tierra

Ellas cargan la levedad de las aguas, hechas para que el hombre inmortalice su dolor

Gracias, nubes. Ustedes, sombras altas, tienen nuestras vidas, son vida… nubes de recuerdos.