benchy43

RENATO ESCARABAJO (III)

 

El Renato, escarabajo,

parte rumbo a su trabajo.

De impecable traje oscuro

camina con mucho apuro.

 

Pero siempre se aparece

como si nada ocurriese

el travieso rubiecito

silbando por lo bajito.

 

Por si no sabe le explico

que este insoportable chico

lo lleva por donde fuera

sin preguntarle siquiera.

 

Programa de hoy: a la escuela

y luego a lo de su abuela.

Porque está lleno de brío

corre y corre como un río.

 

Y allá va el pobre Renato

sufriendo por el mal trato

adentro de la mochila.

Es que nadie despabila

 

entre libros, lapiceras,

cuadernos y dos gomeras,

dos fotos: Messi sonriente

y la vecina de enfrente,

 

un sándwich, tres galletitas,

un fajo de figuritas,

una nuez, una banana,

una media de su hermana.

 

Antes de tomar asiento

saca al bicho sin aliento

y contento se lo muestra

a su paciente maestra.

 

Al fin termina la clase.

Sin pensar mucho rehace

el lío de su mochila

y sale en perfecta fila.

 

Llega justo a merendar

con su abuela ¡Qué manjar!

Delante del pan tostado

pone al Renato, abombado.

 

La abuela queda espantada.

No registra para nada,

(tan frágil es su memoria)

a este insecto ni a su historia.

 

Con una fusta de cuero

le asesta un golpe certero

que deja al escarabajo

tan duro como un badajo.

 

Triste lo lleva el chiquillo

resguardado en un bolsillo

para darle sepultura

después de la noche oscura.

 

Pero ni bien se ha dormido,

el Renato (muy bandido)

se escapa a favor del viento

y da fin al sufrimiento.

 

En un pastizal mechudo

le pide al dios cascarudo

más fuerzas para su andar

pues no ha logrado pasar

 

más allá de la ventana,

y es seguro que mañana

el rubio, que no es un tonto,

lo habrá de encontrar muy pronto.

 

Aquí termina el relato

puede o no que sea grato,

pero no es bueno que exprima

mis sesos por una rima.

 

Derechos reservados por Ruben Maldonado.