Alberto Escobar

Espérame Lolita

 

 

Con un hilo de emoción te escribo estas palabras.
Sé que soy un matusalén que gravita en tu torno.
No quiero, a pesar de los pesares, retirarme a mis
cuarteles de invierno, todavía me atisbo flagelo de
pasión, donde hubo fuego...
Tus pocos años aunque infinitos en sabiduría y
tu exuberancia, que destila efluvios de confusión, 
devuelven a mi tibia carne, desvaída por la erosión
del tiempo, la prestancia de tus años.
Se predica de ti, y yo lo atestiguo, que eres una lolita
de ensueño, una nínfula que revolotea mi ausencia
desnuda para hacerla presencia caduca y trasnochada.
¿Por qué has ido a poner tus ojos zarcos en mi canicie
nevada, sin visos de deshielo que se funda en tu fuego?
Me obligas a mis años a cambiar mi caduco ropaje, ya casi
pegado a mi alma como una segunda piel.
Me has empujado a cambiar mi clámide de los domingos
por los tejanos de la sinrazón, ¡ A mis años..!
Agradezco a Lucifer haberte encontrado en un recodo de mi
sardónico destino, que me decido a habitar aunque resulte
a la postre un pequeño pasadizo de mi memoria, un angostillo
que me alivia de la aridez del desierto que me puebla.
Los hitos de mi camino me anuncian kilometrajes cada vez
más exiguos. Encontrarte ha sido como girar la vista hacia
atrás y rebelarme ante Cronos por lo mal que me ha tratado.
Me decido a navegar hacia ti aunque sea mi último naufragio
,¡que así sea, por favor!
Rocío de gasolina mi puño para que haga las veces de antorcha
en la noche, me despojo de todos los arrequives que me han
contaminado con la costumbre y me tomo la medicina de la
segunda juventud cuyo excipiente eres tú.

Velis nolis estaré a tu lado.