Gabriel Brito

Unos reales días

luego de alzar mis ojos, al horizonte de mi amada,

donde destellaba como estrella su vestido y su mirada,

vi algo más lejano que de lo incierto se acercaba era como

llama de fuego que a mi espíritu golpeaba.

 

Desperté y era la luz del sol que intensamente me llamaba diciendo:

—Sal fuera ahora de tu profunda morada.

 

Y salí a buscar a mi amada, la que en sueños visité,

he aquí no estaba, a lo lejos se marchaba.

 

La despido diciendo:

—Adiós, en mis sueños mas no te veré.

 

Y ella responde:

—Pues adiós te digo, yo nunca te busqué.

 

Y prosigo declarando:

Pues ya no me desespero, pues a ti ya no te espero,

se apagó aquel lucero que veía con tanto esmero.

 

Y alcé mis ojos al horizonte y he aquí que ya no estaba,

se marchó como sombra su vestido y su mirada.

 

               Gabriel Brito