benchy43

DESHOJANDO MARGARITAS

 

Deshojando margaritas

casi arruino mi jardín

y  trepé a lo de “la Aylín”

por esas flores benditas.

 

Me quiere much... poquit... nada!

En eso estaba enfrascado,

cuando siento a mi costado

a la vecina enojada.

 

Mi explicación incompleta

se perdió en la medianera:

salté de cualquier manera

al verla con la escopeta.

 

Yo le quería aclarar

pero ella más se enojaba

y viendo que me apuntaba

no tuve más que escapar.

 

A veces uno no entiende

a estas personas sin alma,

el hombre pierde la calma

cuando por amor se enciende.

 

Tal vez tenía razón

pues  al mirar sus florcitas

deshojadas y marchitas

se me estrujó el corazón. 

 

Y mire usted que crueldad:

los pétalos me engañaban,

o tal vez se equivocaban,

no decían la verdad.

 

¡Y se aclaró mi sesera!

¡La casa de las viejitas,

ellas tienen margaritas!

Y me agencié una escalera.

 

Cuando crucé ya era tarde,

porque me olvidé una cosa:

¡Los perros de doña Rosa!

(¡Si usted supiera cómo arde!)

 

Como dijo Saborido:

No deshojes margaritas,

engañan  las muy malditas.

¡Y terminas dolorido!

 

Derechos reservados por Ruben Maldonado.

 

(Safe Creative Certificado Propiedad Intelectual 1109060004313)

 (Publicado el 6 de Septiembre de 2011)