Jose Mateos

EN EL ACTO

 

Se deslizó despacio entre las sábanas

y adoró su cuerpo, antes de amarlo.

Besó su pecho y su cara,

lamió despacio cada pliegue de su alma.

Dedos enredados, piernas enrevesadas, lenguas entregadas

hasta tener toda la carne mojada.

Hundió, desmedido, toda la vida en mitad de sus entrañas

y no paró de embestirla

hasta hacerle sangrar de deseo.

Ella sin apenas presencia, escupía palabras desde el cielo.