Raúl Navarro

La rosa ingrata

En el jardín de los sueños rosados

un jardinero vio una rosa

de suaves y tiernos pétalos perfumados

fresca, lozana, blanca, hermosa.

 

La rosa brindaba sus finos aromas.

El jardinero con gran emoción veía

la rosa rodeada de lirios y pomas,

amada por cisnes y blancas palomas

era todo un lienzo de luz y fantasía.

 

Cantaban alondras sus cantos tempranos

cuando el jardinero sin derecho,

cortó la rosa con sus tersas manos

y luego la puso junto a su pecho.

 

El tiempo pasó. La rosa crecía

y daba al jardinero su sonrisa breve

él la cuidaba de noche y de día

cuidaba la rosa de espuma y de nieve.

 

La delicada y perfumada rosa era

más blanca y más pura que una perla,

el jardinero en su florida primavera

se creía afortunado por tenerla.

 

Un día el jardinero sin reproche

aceptó de la flor blanca y lozana

besos perfumados al caer la noche

y caricias de pétalos por la mañana.

 

Cantaba el jardinero la luz y la vida,

veíasele el rostro satisfecho,

siempre alegre y con la frente erguida

y siempre con la rosa en el pecho.

 

Pero un día la Rosa ingrata,

sacó las duras espinas que escondía

y como lanza que la ilusión mata

hirió al jardinero con cruel alevosía.

 

Y así le dijo: Junto a mi pecho

yo te llevaba con tórrida ilusión,

¡Oh Rosa ingrata! ¿Qué me has hecho?

Has herido de muerte mi corazón.

 

Cuantas veces bajo el laurel,

quité de tus pétalos los abrojos,

yo que te di con mis besos la miel,

llenas de lágrimas mis ojos

 

Ve como de mi pecho mal herido

fluye ardiente sangre roja

hoy te echo al viento y al olvido

que otro desdichado te recoja...

 

Cuando dijo el jardinero sus quejas

era ya la hora del rocío

cerró el puño, frunció las cejas

y arrojó la rosa al río.

 

Y al tirar la rosa, los ruiseñores,

los mirlos, los jazmines y violetas

lamentaron el fin de sus amores

entre gestos, pantomimas y piruetas

 

Y con honda tristeza se dijeron:

cuantas veces sus pétalos le dieron

en el alma las caricias más divinas,

la rosa creció, lo malo es que crecieron

con ella juntamente las espinas.