Alberto Escobar

Annabel Lee

 

 

 

Te pude ver por primera vez cuando apenas
levantaba unos palmos sobre la arena de 
la playa verde donde jugábamos, en aquel
pequeño reino junto al mar de emociones 
que pesaban sobre mi pequeño corazón.
Al cabo de un suspiro un viento helado
heló para siempre el alma de mi hermosa,
mi querida, mi esposa, el dorado de mi
existencia.
 
Nos quisimos tal como los mayores 
son capaces de hacerlo, el reino
junto al mar fue el edén ideal
de nuestro amor, en los tiernos
albores de unas vidas tan ajenas 
a lo real.
 
La luna ascendente me la trae en
sueños.
Las estrellas del cielo
me muestran su dulce sonrisa,
hermosa, inolvidable, su hielo...
Mi querida, mi esposa...
Mi diosa, mi ángel, mi todo.
 
Un viento helado se la llevó una 
tarde porque los arcángeles nos
envidiaban.
 
No hay día que la noche no me la 
traiga en sueños.
¡Me la robaron para siempre!
Pero de eso hace mucho tiempo,
Mucho, muchos años...
 
No dejo de pensar en ella, eterna
aspiración de un joven todavía.
Corazón...