Pegaso poeta

Preso y autodevaluado

Misterio el que me viene ahora,

resulta que no basta aislarse

para poder dejar de molestar

y empezar a estar de contínuo

con el imbécil de siempre

 

Como si no fuera suficiente

con la suerte de gusano

y el temor de ser un lunar

inmerso en la uniformidad

de todo el que me odia

 

Necedad interna la mía

de convivir en el fracaso

con la música de festín

mientras la luz se orienta

en dirección del atardecer

 

En mi misma inocua huída

acabo siempre por enfrentar

la implacable e impostora tradición

del pueblo que me condena

a vivir inmerso en él

 

Castigo de un castigo

parece interiorizárseme

al ritmo de una taladrante voluntad

que con un espejo como señuelo

me atrae hacia sí.