Anacleto

Yo sin mí

 

La lluvia me atrapó en tus brazos;

olvidado.

Yo sé que el tiempo vendrá en busca mía,

y me atrapará en sus garras

y roerá mis huesos y mi piel,

y de tanto socorrerme se cansarán tus ojos,

y de tanto amarme se oxidará tu amor,

y de tanto andarme se acabará mi propio camino.

 

Entonces,

abstraído y abnegado en mis propios ensueños,

me entregaré a la muerte.

Y tú probablemente derrames algunas lágrimas,

y mis padres, y mis amistades y mis tiempos buenos

y mis noches de luna llena pasarán a reflexiones intransigentes

y tal vez lejanas o resignadas,

y yo estaré allí,

entregado públicamente a la muerte.

 

Otros, quizá más osados o descarados,

correrán a mis diarios y libretas

y leerán con desvarío mis apuntes

y publicarán mis pensamientos ahogados en bruma y smog mental.

Y otros,

aún más perdidos y desprendidos de sus vidas,

leerán también esas publicaciones y dirán “qué pena”.

Y yo estaré allí aún más públicamente entregado a mi muerte.

 

Con el paso de los años mis recuerdos se habrán ido al vacío.

Ya nadie hablará de mí,

ni nadie hablará de mis debilidades ni de mis letras ni de nada de nada.

Y vendrán algunas horas de paz y

de alivio para mí,

pero todo será banalidad, euforia sin remedio.

Será como si se tratara de un auxilio no pronunciado,

o de una canción tocada para un amor no correspondido,

será como los momentos que no advierto,

será como un yo sin mí.