Inexistente

Al escuchar la canción.

Al escucharte canción
voy y esculpo una estrella con la horma tuya,
yo me elevo por ella,
luego vuelvo a caer,
vuelvo lento a caer.

Siento ser semilla volátil y renazco
por praderas lejanas, tras cercanas lumbreras,
procurando, y dejando ensanchar
el espacio, en la cima al oído,
consentido en el aire,
que se esmera a su anchura,
que se preña por ti
percibiendo en tu letra una holística hoguera
donde crepitan al todo, tus cálidos tonos.

Como un ser bendecido,
yo te escucho y te ausculto
y así vierto suspiros,
¡Oh! Te metes muy dentro
como savia en sentidos.

Y estamos juntos, y muy juntos quedamos
el existir nos espera. Ni el ayer nos separa,
ni la pena a la orilla, ni la flor de la vida,
ni la ausencia es medida,
ni una larga despedida.

No la séptima flor, si al oler me doliera
y me hiciera aparecer, como loco un poco,
contigo puedo volver a ser, quizá loco otro poco,
yo solo abundo en desaparecer, cuanto ausente en tus notas,
cuan presente te toco.

Yo suelo reverdecer en tu parca cabellera en minutos,
En el tiempo ceñido, que nos da nuestra esfera
¿Qué nos hace soñar?, ¿Qué nos da por reír?
¿Qué nos hace escuchar sometiendo al anhelo?
¿Qué nos hace volar por el místico cielo?

Yo solo me dejo guiar, solo dejo llevar
una canción en el alma, la canción eres tú;
eres tú, transitando directo, sublimando en el corazón una luz,
cual feliz avecilla canturreando en su nido.

Es tan magno el despliegue,
cuando emerges te aferro, cuando suenas te encuentro
implantando aquí adentro; un jardín florecido.