angelillo201

120 días de cuaresma en mi huerta

El archivero de los juzgados de Nules, cual si fuera un sabio mágico, sentado en su silla entre cuatro paredes barajaba el testimonio de sábado de fallas de un arrestado que entre varios guardias civiles lo sujetaban mientras   pedía permiso para irse.

sueños de libertad,  sueños de libertad-

comentó el archivero de atestados de los juzgados número tres de Nules entre risas incluso del detenido. Rió el funcionario antes de ponerse a llorar  hundiendo su enorme cabeza entre los atestados, hasta que la sacó empezando a besar los autos, para cambiar de humor y  gritar furioso al acusado:

argumento sólidos como el cemento, no hay escapatoria.

que pena.

que pena

que pena.

Hable o calle para siempre.

El juez, una cabeza canosa que estaba detrás del funcionario en silencio, guiño tras sus gafas el ojo al acusado, y le invitó con el gesto a hablar . Este sintió una profunda nausea que le provocó un vomito líquido donde estaba hasta la papilla de su primera comunión.  quedó el caldo en el suelo entre aplausos del juez y las autoridades.

EL juez, un tal Baltasar Santón, un hombre de aspecto sobrio,  rió con placer contemplando los vómitos, y se frotó las manos cómo un obrero con apetito. Con mucha amabilidad le habló al reo:

Suelte todo amigo, verá como descansa.

¿ quiere cagar también?

Cagarse en una declaración ayuda, de verdad. No sabe usted la de detenidos que se han cagado delante de mí.

Levantando las manos invocando a Dios el juez:

Dios,  lo bien que se sentían después de cagar.

Su señoría miró los gestos del detenido que decía que no a sus sugerencias, el juez, muy amable con él , le invitó a empezar a hablar moviendo los labios sin que saliera palabra.

El detenido, acusado no se sabía el porqué, con desvergüenza empezó  a declarar siendo en todo momento sujetado de los brazos abiertos en cruz por un agente de cada articulación, que se los retorcía con cariño para ayudarle a tener buen juicio al  deslenguado detenido:

como fui atrapado en mi huerta, quiero empezar declarando:

que doloroso era señorías para mí  contemplar como el cambio en política no afectaba en ninguna de las maneras a mi huerta, y como todo los esfuerzos se quedaban guardados en mi alma que cantaba feliz con su proeza. Pero de ninguna de las formas se manifestaba en una mejoría material de las condiciones de mi vida. Así, todo lo sembrado era pisoteado como si surgieran de debajo de la tierra hordas de liberales enemigos de trabajo como el mío. Estos hechos  que menciono, eran acompañados señoría, de discursos contra la gente de campo. Siendo varias veces concentrado en las cámaras de comercio y la agencia de desarrollo local para recibir castigos ideológicos como los asignados en servicios sociales.

Así es señoría, como he sido excluido y acusado de hostilidad contra el sistema por empecinado . Pueden ver las denuncias que relatan como se me lanzan al cuello hombres que arden cual vela cuando alguna palabra mía les llega a sus oídos. Chan chan. Sus golpes y agresiones tantas veces denunciadas y archivadas ante ustedes,  sirven para excitar a sus señorías, como una pelicula porno o una violeclación  a un impotente, o tanto como a los concejales, banqueros, y asistentas sociales el haberme retirado las ayudas sociales por financiar con ellas el monte y el huerto, no afín con el progresismo.

(El juez, entre risas y cantando a coro con los agentes y el archivero )
pero que pena,

movió su señoría su augusta cabeza cana y sentenció:

Ya sabes Angelillo que lanzarse a la izquierda trae este fondo.

Vuelve al banquillo e implora,  que vas para Macaná.

Angelillo Uixó.